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Martín Gusinde



Nació en Breslau (Austria) el 29 de Octubre de 1886.
Murió en 1969 (en lugar desconocido).

Martín Gusinde fue un destacado etnólogo que dedicó sus estudios a los grupos de aborígenes habitantes de la Isla Grande de Tierra del Fuego. De su vida junto a ellos cosechó además de la confianza de los aborígenes, la realización de una obra descriptiva de la vida y costumbres de estos pueblos indígenas, que hoy es referente central de arqueólogos, antropólogos y etnólogos interesados en este tema.

En 1886 nació en Breslau y fue en 1911 que decidió ingresar a la Congregación Verbo Divino. Siendo sacerdote tuvo la posibilidad de elegir un destino para sus investigaciones sobre las religiones históricas de los pueblos autóctonos, y optó por la región sur argentina y chilena a otros destinos como Nueva Guinea y África Tropical.

Así llegó en 1918 a Magallanes, abocado al estudio de estas poblaciones. En Santiago de Chile se desempeñó como profesor de biología del Liceo Alemán y después, bajo la dirección del director del Museo Arqueológico y Etnológico de Santiago, comenzó con sus estudios etnológicos.

Hasta 1924 se compenetró con la vida y costumbres de los selknam, yámana y alakaluf, habitantes de la Isla Grande de Tierra del Fuego, y es en su obra Die Feuerland Indianer (1931) donde reflejó no solo la historia, organización social, vida y costumbres de los grupos, sino que también profundizó en sus formas de producción económica y su vida espiritual.

Otras obras como Hombres primitivos de la Tierra del Fuego (1951), Expedición a la Tierra del Fuego (1974) y Los Indios de Tierra del Fuego (1982) cuentan con una intensa calidad descriptiva de la vida de estas poblaciones, teniendo además un valioso acervo documental de fotografías y dibujos tomados y realizados respectivamente por él.

Murió en 1969 a los 83 años. Quizás si pudiera hoy responder a la pregunta de cuál fue el momento más significativo de su vida como etnólogo, Gusinde recordaría su participación en la ceremonia de iniciación Klóketen, un antiguo ritual aborigen que siempre estuvo prohibido para todos los extranjeros y que él pudo presenciar en virtud de la confianza que ganó entre los indígenas.

Federico Philippi

Federico Philippi (1838-1910)
Hijo de Rudolph, estudio ciencias naturales en Europa y acompañó a su padre a todas las expediciones e investigaciones científicas que realizó. Le sucedió en el cargo de director del Museo Nacional, donde trabajó hasta su fallecimiento, en 1910. Completó las exploraciones de su padre en el norte de Chile y realizó nuevas exploraciones en la costa central y sur, siendo autor de un centenar de obras sobre flora y fauna marina. Legó todas sus colecciones y escritos al Museo.

Rodolph Philippi


Rudolph Philippi
Hermano mayor de Bernardo, nacido en 1808, estudió ciencias naturales y tomó parte en importantes expediciones científicas alemanas, llegando a ser un destacado naturalista y docente en ese país. Causas políticas lo obligaron a salir de su patria en 1851 por lo que llega a Chile invitado por su hermano. Fue nombrado director del Museo Nacional y profesor de la Universidad.

Recorrió la provincia de Valdivia poco antes que comenzaran a llegar los inmigrantes alemanes. Sus observaciones fueron de gran provecho para organizar el asentamiento de los colonos y dar una clara idea del estado del territorio antes de su intervención por el hombre.
Organizó una exploración científica al desierto de Atacama, la primera de 26 exploraciones que llevó a cabo en todo el territorio. Autor de 446 obras geográficas, geológicas, botánicas y paleontológicas, es el mayor descubridor de especimenes chilenos. Murió a la avanzada edad de 96 años.

Bernardo Philippi



Bernardo Philippi
Nacido en 1811 y fallecido en 1852, Bernardo Philippi estudió ciencias naturales y náuticas en Alemania y posteriormente se estableció en Chile en 1837. Exploró con afán científico la zona sur del país, siendo el primero en impulsar la idea de traer colonos extranjeros. Viajó en la goleta Ancud a tomar posesión del Estrecho de Magallanes en 1843 y en 1848 viajó a Europa como Agente de Colonización del gobierno, dando inicio a la colonización alemana en Valdivia. Murió mientras ejercía como Gobernador de Magallanes.

Charles Darwin



De todos los viajeros que visitaron Chile en el pasado, el más ilustre fue Charles Darwin. Sus estudios en el país forman parte del libro “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”, curiosamente jamás publicado aquí.

El presente volumen recoge el texto referido a Chile. El prólogo, índices, notas e ilustraciones que acompañan la edición ayudan a situar a Darwin en Chile.

CITAS

“Hoy, cuando nuestra relación con la naturaleza está en un punto de crisis, resulta refrescante y provechoso observarla con la mirada de este gran naturalista”. (Sofía Correa Sutil, Anales de la Universidad de Chile).

“Importante hito en el quehacer editorial del país… con el acopio de antecedentes, su incuestionable calidad académica, su pulcra presentación gráfica”. (Eugenio García Díaz, Revista de Occidente)

El insigne naturalista inglés Charles Darwin pasó una parte importante de su viaje alrededor del mundo (1831-1836) recorriendo tierras chilenas. Las experiencias recogidas y las extensas observaciones que efectuó durante esa etapa de su periplo a bordo del bergantín HMS Beagle fueron fundamentales para las ideas que posteriormente Darwin desarrollara acerca de la evolución de los seres vivos. En aquellos años quizás la personalidad más influyente en el ambiente intelectual chileno era el ilustre sabio venezolano Andrés Bello, radicado en Santiago unos años antes. Bello seguía muy atentamente los progresos científicos contemporáneos y en 1839 y 40 publicó en el periódico El Araucano extractos del libro en el que Darwin y Fitz-Roy relatan su reciente viaje. Bello se interesó en la descripción que hace Darwin de Tierra del Fuego y la Patagonia, refiriéndose a sus habitantes, flora, fauna y geología, y además de la del violento terremoto de Concepción de 1835, de cuyos efectos Darwin fue testigo. La repercusión de estos artículos en los círculos políticos e intelectuales y la percepción de su importancia por parte de Bello pudo haber influido en el subsecuente establecimiento de la primera base militar chilena en el Estrecho de Magallanes. Finalmente cavilamos sobre un posible encuentro de ambos hombres en Santiago.

Nada de lo acaecido en el mundo intelectual de la primera mitad del siglo pasado parece haber escapado a la atenta y aguda mente del extraordinario sabio venezolano Andrés Bello (1781-1865). Nacido en Caracas, de muy joven era ya poseedor de una vasta formación humanista y conocedor de varios idiomas aprendidos de manera autodidacta. En 1799, llegó a Venezuela el ilustre naturalista alemán Alexander von Humboldt (1769-1859), en viaje exploratorio por América. El joven Andrés Bello conoció a Humboldt y lo acompañó más de una vez en sus excursiones (Orrego Vicuña, 1953). Su contacto con tan distinguido científico estimuló, sin duda, su interés por las ciencias. Es notable que Humboldt haya influenciado también intensamente a Darwin (1809-1882), quien estudió en profundidad sus obras; éstas formaron parte de la biblioteca del Beagle (Keynes, 1988;Browne, 1995).

Andrés Bello se trasladó a Inglaterra poco antes de cumplir los 30 años de edad, permaneciendo en Londres 19 años. En esa ciudad invirtió gran parte de su tiempo ilustrándose en la biblioteca del Museo Británico. Allí profundizó en todas las disciplinas del saber, desde las ciencias sociales hasta las ciencias naturales y las artes. En 1829, a los 48 años de edad, fue contratado por el gobierno chileno, a instancias de don Mariano Egaña, radicándose en Santiago hasta el final de su vida. Sus escritos abarcan una amplísima gama de disciplinas, todas las cuales trató con notable profundidad (Obras Completas de Bello, 1981). Sus bien conocidas realizaciones en Chile - la más importante de las cuales fue la fundación de la Universidad de Chile (1842) - han tenido un impacto incalculable en el desarrollo del país. Su influencia en el ámbito

Eduard Poeppig



Eduard Poeppig nació en Plauen en 1798. En 1822 obtuvo el título de médico, aunque su mayor interés eran las ciencias naturales. Después de sus estudios viajó por Europa, Cuba y Estados Unidos. Desde este último país se embarcó en 1826 con destino a Chile, por la ruta del Cabo de Hornos, hasta Valparaíso. Recorrió durante cinco años buena parte de nuestro país, para después dirigirse al Perú y a Brasil. De regreso en Alemania y siendo catedrático de la Universidad de Leipzig, publicó en 1835 dos volúmenes con descripciones científicas y sociales sobre los tres países sudamericanos que visitó, dedicando un tomo completo a Chile.

Nacido en 1822 en Waldenburg, Paul Treutler creció en una familia de ricos mineros. Estudió ingeniería en minas y dirigió la explotación de los yacimientos familiares. En 1851 visitó Londres, donde tuvo la oportunidad de apreciar los diamantes de plata de la mina chilena de Chañarcillo. Decidido a explotar vetas como aquella, Treutler arribó ese mismo año a Valparaíso. Luego viajó por la zona minera del norte chico, el valle central y el sur, en 1859. Finalmente, realizó tres viajes a través de la araucanía. En 1861 publicó su obra La provincia de Valdivia y los Araucanos, donde describió la región y las principales etnias que la habitaban. Esta obra suscitó el ataque del congresista Abdón Cifuentes, quien criticó al viajero no sólo impugnando la calidad científica de sus trabajos, sino también por una presunta estafa a causa del incumplimiento en el envío de ejemplares a los suscriptores. Treutler se querelló por calumnias, en contra de Cifuentes; recurso litigio que finalmente se resolvió de manera adversa para el alemán. Dos años después, experimentó una nueva desilusión al perder sus minas, lo cual apresuró su partida de Chile, ocurrida ese mismo año.

El miembro de la Academia Alemana de Naturalistas y corresponsal de varias sociedades científicas, Federico Leybold, visitó Chile a comienzos de la década de 1870. Viajó por el Maule y su región volcánica; por Colchagua, el río Cachapoal y por el curso superior del río Tinguiririca. En febrero de 1871, realizó un viaje de excursión a las pampas argentinas, partiendo desde Santiago para llegar hasta la localidad trasandina de San Carlos. Este último viaje tuvo como resultado su libro Escursion a las pampas arjentinas.

Claudio Gay




Claudio Gay (Draguignan, Francia - 18 de marzo de 1800 - Le Deffrens, Francia - 29 de noviembre de 1873) fue un botánico y naturalista francés que realizó los primeros estudios amplios de la flora, fauna, geología y geografía chilenas.

Nacido como Claude Gay Mouret en Provenza, Francia era de padres agricultores, Jean Gay y Therèse Moure, quienes lo enviaron a París para que cursara estudios superiores. En esa ciudad, Gay se decidió por la botánica, área en la cual se destacaría a futuro.

En 1830 fue contratado por el gobierno chileno para que comenzara investigaciones científicas diversas. Por ellas, recibió la Legión de Honor por parte del gobierno francés. En 1841, antes de volver a su país, el gobierno de José Joaquín Prieto le concedió la nacionalidad chilena, además de un premio en efectivo. Dos años más tarde, fue nombrado miembro de la Universidad de Chile.

Su trabajo como empleado del gobierno de Chile, lo llevó a viajar a lo largo y ancho del país. Su extensa colección de animales y plantas, hizo necesario que el gobierno la pasara un edificio para exponerlas, guardarlas y clasificarlas. Esta colección dio origen al Museo Nacional de Historia Natural de Chile.Desde su llegada, en 1829, el sabio naturalista francés Claudio Gay, comenzó a escribir los apuntes que darían vida a su Historia Física y Política de Chile. Los treinta tomos que la componen, aparecidos entre 1844 y 1871, son referencia obligada para el estudio del Chile del siglo XIX. En ellos, Gay vuelca el registro de sus investigaciones en las más diversas áreas de las ciencias naturales y sociales, incluyendo dibujos en los que queda de manifiesto su indiscutible talento artístico. Sus decisivos aportes incluyen la fundación del primer organismo dedicado a recabar información sobre el territorio y fijar políticas estatales: la Oficina de Estadísticas, iniciativa que persiguió durante tres años, hasta su creación en 1845. El rigor, la curiosidad y la entusiasta sabiduría de Claudio Gay fueron ingredientes que iluminaron el conocimiento de nuestros recursos naturales, nuestra sociedad, nuestra cultura, escribiendo páginas fundamentales de nuestra historia y sentando bases en la conformación de nuestra identidad como nación.

Su erudición y brillo le granjearon la admiración de sus más destacados contemporáneos y de todos quienes se han acercado a su trabajo. Antes de su muerte, ya se escribía su primera biografía, de puño y letra del visionario Benjamín Vicuña Mackenna, quien dimensionaba la importancia del ilustre inmigrante europeo en nuestro joven país. A él le siguió Diego Barros Arana, quien investigó archivos franceses para pesquisar la información sobre su vida no documentada en Chile. Una colección de cartas escritas por el francés a distintas personas, fueron recogidas por el historiador chileno Carlos Stuardo Ortiz, quien a inicios de la década del 60 entrega una publicación preparada durante treinta años. Pero aún quedaba material por descubrir: Hace un par de años el historiador Luis Mizón encontró una serie de escritos inéditos en los archivos de la Sociedad de Estudios Científicos y Arqueológicos de Draguignan, ciudad natal de Gay, de la cual fue socio fundador y benefactor. Estos fueron publicados en la obra titulada "Claudio Gay y la formación de la identidad cultural chilena", que pretende dar cuenta, en once tomos, del marco cultural en el que se inserta la labor del naturalista galo en Chile.La campaña tuvo gran éxito, demandándose más de mil ejemplares por anticipado, los que serian publicados en distintas ediciones, desde las más sencillas, sin dibujos, hasta las más lujosas, ilustradas a todo color. Su empeño le valió a Gay la concesión de la ciudadanía chilena, además de un premio en dinero y recursos para la publicación de la obra. De regreso en Francia, el científico se dedicó a ordenar el material, completar antecedentes, contratar especialistas, grabadores, impresores. La primera entrega de la obra fue recepcionada por el Gobierno chileno en junio de 1844 y en marzo del año siguiente, la segunda entrega estaba disponible en librerías de Santiago y Valparaíso. Las entregas siguieron llegando al país, anunciadas en las páginas de El Mercurio, a la vez que se continuaban vendiendo suscripciones para financiarlas.

El reconocimiento del gobierno francés y del mundo científico en general y su activa carrera en Europa no se condicen, sin embargo, con la débil voluntad de las autoridades chilenas, lo que amenaza la culminación de una obra desarrollada con tanto esfuerzo, pretendiendo despachar prontamente el proyecto, ya largamente retrasado, y ponerle fin con el cumplimiento de las entregas pendientes. Nuevamente es el propio Gay quien toma la batuta, escribiendo al Presidente Manuel Montt, con quien había trabado una amistad por correspondencia. Sus palabras, que daban cuenta de la titánica labor que todo esto había significado para el extranjero, lograron conmover a Montt, quien se decidió a dar las facilidades para completar la tarea.

En 1855 la obra constaba ya de 28 volúmenes: 8 de Botánica, 8 de Zoología y 8 de Historia, además de 2 dedicados a documentos y otros 2 que componían el Atlas. Posteriormente escribió 2 tomos dedicados específicamente a la Agricultura, con lo cual en total resultaron 30 volúmenes. La obra fue completamente culminada en 1873, pocos meses antes de su muerte, que tuvo lugar en su ciudad natal. Una década antes, a la edad de 63 años, con su interés y energía intactos, Gay había viajado a Chile, llegando a Valparaíso en 1863. En esta visita, conoció la Universidad de Chile, participó en las actividades el Instituto Nacional, y partió a conocer la explotación del carbón en Lota. Hasta el fin de su vida mantuvo una estrecha relación con Chile, especialmente con su amigo Benjamín Vicuña Mackenna, a quien influenció en su destaca labor como Intendente de Santiago.
Obras

* Noticias sobre las islas de Juan Fernandez. Valparaiso (1840)
* Historia física y política de Chile. Paris (1844 a 1848)
* Origine de la Pomme de terre. Paris (1851)
* Atlas de la historia física y política de Chile. Paris (1854) ISBN 956-282-628-7
* Triple variation de l'aiguille d'amiante dans les parties Ouest de l'Amerique. Paris (1854)
* Carte generale du Chili. Paris (1855)
* Considerations sur les Mines du Perou, compares aux mines du Chili. Paris (1855)
* Notes sur le Brasil, Buenos Ayres, et Rio de Janeiro. Paris (1856)

Molina, Juan Ignacio (Abate)



Hijo de Agustín Molina y Francisca González Bruna, Juan Ignacio Molina, cronista jesuita, nació en junio de 1740 en la villa de San Agustín de Talca, tierras de Huaraculén, cerca de Linares.
A la edad de quince años decide ingresar a la orden Jesuita. La Compañía lo traslada al Noviciado San Francisco de Borja en Santiago (hoy la Iglesia de San Vicente en la Alameda, entre las calles Lord Cochrane y Dieciocho). Luego de dos años en los claustros de rigor, a los 17 años viaja a Bucalemu para iniciar estudios de humanidades clásicas.
A los 24 años lo destinan al colegio Jesuita en Talca, iniciándose en el magisterio escolar. Su dedicación docente dura sólo un par de años, porque la Compañía convencida de su talento, lo inicia en los estudios de Teología.
El Abate quedó huérfano de padre a los siete años de edad y desde el lugar de estudios los encuentros con la familia fueron cada vez más distantes. Los brazos de la recién fundada misión jesuítica de la región del Maule fueron los elegidos para entregarle la fortaleza y carga valórica de quienes hollaban la senda trazada por San Ignacio de Loyola, Francisco Javier de Jaso y de Azpilcueta y que persiste hasta el día de hoy.
En 1757, Molina -quien ya se destacaba por sus dotes intelectuales a pesar de sus diecisiete años de edad- fue nombrado catedrático y bibliotecario de la casa grande de la Compañía de Jesús en Santiago. Su educación había sido prolija para la época, ya que dominaba varios idiomas.
En agosto de 1767, cuando aún era un "hermano estudiante" debió partir al exilio, junto a los demás miembros de la orden, expulsados por disposición de Carlos III.
A los veintisiete, Juan Ignacio junto a otros trescientos miembros de la Compañía debe abandonar Chile. El viaje del exilio fue una odisea que duró más de un año. A los pocos meses de llegado a España, los jesuitas chilenos debieron acomodarse lejos de España porque las Iglesias y conventos de la Compañía en la madre patria estaban repletos con los exiliados de ultramar.
La delegación chilena decide viajar a Italia y se instala en Imola. Allí estudia y enseña, aprueba el examen ad gradum, y el 15 de agosto profesa, a los 33 años, solemnemente sus cuatro votos en la Compañía de Jesús. Fue sacerdote de la Compañía sólo diez días porque el 25 de agosto ocurre la disolución canónica de la Compañía. Bajo el edicto Dominus ac redemptor, Juan Ignacio es obligado a dejer de ser jesuita, y en alguna etapa posterior pasó a ser llamado Abate.
Durante su estadía en Italia redactó su obra sobre Chile "Aggio sulla storia naturale del Chili", que entre otras cosas trata detenidamente la flora indígena y las plantas útiles más importantes (Molina 1782). Esta obra fue por mucho tiempo la principal fuente de conocimiento sobre la historia natural de Chile.
Traducida a varios idiomas, durante mucho tiempo fue la obra clásica de donde los europeos obtenían conocimientos zoológicos y también botánicos de Chile; en 1815, a los pocos años en la Academia de Ciencias, lee su polémica obra: "Analogías de los tres Reinos". A los ochenta años publica los dos tomos de sus "Memorie di Storia Naturale".El abate Juan Ignacio Molina es considerado el primer naturalista chileno por su gran contribución al conocimiento inicial de parte importante de la flora y fauna de nuestro país. Oriundo de los campos vecinos a Talca, fue un naturalista distinguido en su época. Estaba muy bien informado sobre los trabajos publicados en Europa sobre flora y fauna de la América hispánica. Había leído los relatos de los viajeros que visitaron Chile y tuvo oportunidad de consultar trabajos inéditos de otros jesuitas como Ovalle, Rosales, Olivares y Vidaurre.

Molina ha sido el precursor de la sistemática de la Historia Natural Chilena, tanto animal como vegetal. Este aspecto es de un efectivo valor científico, ya que fue el primer naturalista nacido en Chile que enfocó la taxonomía de acuerdo con los principios filosóficos de Carlos Linneo.

Para nuestro país su figura fue rescatada por Benjamín Vicuña Mackenna en su viaje a Europa entre 1883 a 1885 ocasión en la que se entrevista dos veces con Alejandro de Humboldt quien le manifesta "vuestro país es bastante conocido en Europa, pues el distinguido Molina arrojó muchas luces sobre él". En 1861 fue inaugurado su monumento, el cual también ha tenido un histórico transitar.

Con su prodigiosa y reconocida inteligencia escribió desde su escritorio la más completa y fascinante Historia Natural y Civil de Chile de su época. Dio a conocer nuestro país en todos sus detalles basado esencialmente en sus recuerdos y fundamentado por sus lecturas y recopilaciones de obras de otros naturalistas de su tiempo. Llegó a ser uno de los sabios más prestigiados de la enseñanza superior italiana. Molina participó con devoción absoluta en la vida universitaria. Enseña, investiga, escribe, participa activamente en la Academia de Ciencias de Bolonia.

Muere de avanzada edad, el 12 de septiembre de 1829, cuando su tierra ya no era parte del Reino de Chile, sino una floreciente República.

Carlos Emilio Porter Mosso



Don Carlos Emilio Porter Mosso. Sabio naturalista chileno (1867 - 1942)

En 1897, cuando el siglo XIX se hallaba en sus postrimerías, un joven naturalista chileno cumplía 30 años. Había nacido en Valparaíso y fundaba una Revista de origen muy modesto que denominaba "Revista Chilena de Historia Natural". Nadie hubiese creído que, al correr de los años, se convertiría en monumento viviente a su fundador, el Dr. Carlos E. Porter, quien creó así un órgano publicitario científico que ha sido la honra de Chile y de América. Durante más de 45 años logró. mantenerla activa y sus páginas constituyen hoy un archivo enciclopédico de los conocimientos adquiridos sobre la naturaleza chilena. Solicitada por investigadores e instituciones científicas de casi todos los continentes ha sido premiada por innumerables instituciones nacionales y extranjeras, entre las que sobresale la Academia de Ciencias de París (Prix Gay). A esta monumental obra contribuyeron, con numerosos trabajos originales, los naturalistas más prominentes de Chile, América y Europa, de destacada labor en la primera mitad del siglo XX, incluyendo la colaboración de un Premio Nobel de habla hispana: don Santiago Ramón y Cajal. Por esta obra fue conocido Chile en el exterior. La Revista Chilena de Historia Natural representaba la ciencia chilena y, sin duda, fue su mejor exponente. "De este modo el nombre de nuestro país" -como lo expresaba "El Mercurio" del 24 de diciembre de 1942- "resonaba en los más importantes centros culturales del planeta, hasta el punto que nuestros compatriotas llegaban a un país lejano, y al informar a cualquier miembro de una Corporación científica de dónde iba, se le dijera: Ah, usted es de la tierra de Porter".

Porter creó, además, en 1914, los "Anales de Zoología Aplicada", que a partir de 1924 fueron refundidos con la Revista Chilena de Historia Natural. Sus páginas contienen artículos de Zoología agrícola, médica y veterinaria.

La iniciativa de Porter en el campo zoológico fue fecunda y, como consta en sus propios antecedentes, fundó en Santiago, en abril de 1928, un Instituto de Zoología General y Sistemática, "dedicado con especialidad al estudio de los artrópodos chilenos y al de los parásitos animales". Las bases de ese Instituto fueron su riquísima biblioteca en Ciencias Naturales, que contenía tratados de carácter general, monografías de Anatomía Comparada, Zoología, Histología Normal, Parasitología, Sistemática de Insectos, Crustáceo s, Acaros, Zoología Económica y Fauna de Chile. Incluía también un laboratorio de microscopía y colecciones especiales de Crustáceos, Cerambícidos, Sírfidos, Hemípteros, Brúquidos, Meloides, Esfíngidos y Zoocecidias, acumulados por Porter durante muchos años de tesonera labor. La "Revista Chilena de Historia Natural" era el órgano publicitario oficial del Instituto.Este Instituto de Zoología General y Sistemática sirvió de inspiración para crear más tarde, en 1957, el Centro de Investigaciones Zoológicas de la Universidad de Chile, que durante años funcionó en el Campus Oriente de la Universidad (Sede hoy de la Academia Superior de Ciencias Pedagógicas), siendo su primer Director el Prof. Guillermo Mann Fischer, uno de los zoólogos más distinguidos con que ha contado el país. La labor docente y de investigación científica en el área zoológica y ecológica es continuada hoy por sus colaboradores y discípulos en diferentes Centros universitarios y de Educación superior del país.

La labor de Porter es aún más trascendente. Fue el primer Director del Museo de Historia Natural de Valparaíso, cuyas Memorias y Estadísticas quedaron impresas en la "Revista Chilena de Historia Natural". Fundado en 1897, fue destruido por el terremoto del 16 de agosto de 1906. Después de esta catástrofe, Porter llegó a Santiago, donde echó las bases de un nuevo Museo de Valparaíso, su ciudad natal, utilizando una sala del Liceo Amunátegui de Santiago entre noviembre de 1906 y julio de 1910, fecha en que Porter fue enviado en Comisión al extranjero.

En Valparaíso don Carlos alternaba sus labores de Director del Museo de Historia Natural con las de Profesor de Fisiología e Higiene en la Escuela de Ingenieros de la Armada de Chile (1900-1905) y con las de Profesor de Historia Natural, Fisiología e Higiene en la Escuela Naval (1900-1906), siendo además el primer profesor de Microscopía del Instituto Técnico Comercial de Valparaíso.

A su regreso de Europa ejerció en Santiago labores de Profesor de Ciencias Naturales en la Escuela Militar (1912-1918), Profesor de Zoología, Entomología y Microscopía del Instituto Agronómico de Chile y Director del Museo y Laboratorio de Zoología Aplicada en la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria (1924-1927) y Prof. de Parasitología Animal en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Chile (1911-1934). Además fue Profesor en la Universidad Católica de Chile.

El Museo Nacional de Historia Natural también lo contó entre su personal científico, desempeñándose como Jefe de la Sección Invertebrados (1912-1923), Jefe de la Sección Entomología (1 924-1927) y Profesor de su Escuela de Altos Estudios, donde dictó los Cursos de Zoogeografía de Invertebrados y de Histología Normal.

Durante su vida científica hizo numerosas excursiones por diversas partes del país, dio centenares de Conferencias públicas en diversas ciudades de Chile, Argentina y Europa.

Walter Hofmann

Entre 1958 y 1960 este entomólogo de origen alemán permaneció en Chile, y trabajó con las colecciones del Museo Nacional de Historia Natural. Publicó dos importantes trabajos sobre Coccinellidae, sobre el género Eriopis y la tribu Cranophorini, y un par de trabajos complementarios. Desgraciadamente luego de su vuelta a Alemania y su posterior deceso, sus colecciones se extraviaron junto con los tipos de las especies por él descritas. Algunos tipos subsisten en el Museo Nacional de Historia Natural de Santiago.

Philibert Germain



Philibert Germain (Filiberto, 1827-1913)
Fue el primer entomólogo avecindado en Chile que se preocupó de los coleópteros. A los 28 años describió en los Anales de la Universidad de Chile diez especies de Coccinellidae. Su desconocimiento de la literatura de la época le impidió enterarse que varias de esas especies ya habían sido descritas unos años antes por Mulsant, pero varias aún llevan los nombres que él les puso. Poco tiempo después volvió a Francia, y a finales del siglo XIX retornó a Chile, donde hizo importantes aportes a la coleopterología nacional, en un estilo polémico y pintoresco. Fue el primer Jefe de la Sección Entomología del Museo Nacional de Historia Natural de Santiago. Los tipos de estas especies se encuentran en su mayoría en este museo.

Francisco Fonck Foveaux


Muchos naturalistas visitaron Chile durante los siglos XVIII y XIX, algunos por un espacio de tiempo limitado y otros se quedaron toda la vida, son muchos los ejemplos, lo cual está muy bien descrito en diversas publicaciones nacionales y extranjeras, entre ellas Marticorena (1995). Entre los naturalistas que llegaron a Chile está el alemán Francisco Adolfo Fonck Foveaux, quien colaboró en forma muy entusiasta para el mejor conocimiento de flora austral de Chile.

Francisco Fonck llegó a Chile recomendado por uno de los más grandes naturalistas al nivel mundial como fue Alejandro Von Humboldt. Este lo caracteriza como “un joven botánico activo e instruido”. Humboldt aprovechó la ocasión para encomendarle a Fonck el envío de una carta dirigida a su ilustre compañero de viajes don Aimée Bonpland, quien estaba detenido hace años en Paraguay por el dictador Dr. Francia (Porter, 1907, Foucault, 1994; Figueroa, 1900). Llega a Chile con su esposa Fanny Zöhrer en 1854 a la edad de 24 años. Ese mismo año revalida su título de médico en Chile, ante la Universidad de Chile, presentando una memoria titulada “El espéculo del ojo y el traco”(Porter, 1907).

Manuel Montt, por entonces presidente de la republica, por sus buenos antecedentes, lo nombra médico general de la zona de Llanquihue, para el cuidado de los colonos alemanes que vivían en esa zona tan aislada del territorio nacional. Allí entabla amistad con Vicente Pérez Rosales, gestor de la colonización alemana a la zona junto con Bernardo Philippi.

En Llanquihue se encuentra con un medio natural virgen donde pudo, al margen de sus labores profesionales, dedicarse a los estudios geográficos y botánicos (Figueroa, 1900; Niemeyer & Schiappacasse, 1964; Porter, 1907).

Fonck había nacido el 11 de marzo de 1830 en Goch, un pequeño pueblo de la Prusia Occidental. Fueron sus padres Peter Anton Fonck y Catharina Foveaux (Figueroa, 1900; Porter, 1907).Sus primeros estudios habían sido cursados en Koblenz y Düsseldorff, y más tarde siguió la medicina en la Universidad de Bonn. Tuvo allí ocasión de entrar en contacto con famosos profesores y sobresalientes intelectuales que impartían enseñanza en esa universidad. Frecuentó también las universidades de Praga, Viena y Berlín, graduándose de médico cirujano en 1852. Tuvo desde su niñez una predilección marcada por las ciencias naturales, sobre todo por la botánica (Porter, 1907). Los estudios científicos que hizo de América del Sur Humboldt y la lectura de la obra de Molina y de la Araucana de Alonso de Ercilla, le indujeron a elegir como campo de su carrera futura a Chile (Porter, 1907). Llegó a ser por décadas amigo de naturalistas residentes en Chile tales como R. A. Philippi, Ignacio Domeyko y muchos otros. Fue un gran médico y un gran explorador del sur de Chile y la Patagonia de Argentina, donde muchos lugares recorridos por él llevan su nombre. Su actividad profesional le obligaba recorrer grandes distancias, lo que lo hizo un profundo conocedor de nuestra flora, geología, fauna de la parte austral de Chile (Niemeyer & Schiappacasse, 1964). En 1869, Fonck viaja a Europa para educar a sus hijos quedando en su lugar como médico residente el Dr. Carl Martín, digno continuador de su obra. El año 1872 vuelve a Chile estableciéndose en Valparaíso y luego en Quilpué en1889, donde vive con su segunda esposa, quien era doña Emma Martens (Figueroa, 1900; Porter, 1907). Fallece en 1912 en esta última ciudad (Niemeyer & Schiappacasse, 1964).
F. Fonck fue un gran colector de plantas para R.A. Philippi. Es probable que su escaso tiempo y carencia de textos especializados, no le permitiera determinar las plantas por si solo, razón por la que recurría a su amigo R.A. Philippi, quién disponía de los medios y el tiempo necesario para este tipo de labores taxonómicas.