De todos los viajeros que visitaron Chile en el pasado, el más ilustre fue Charles Darwin. Sus estudios en el país forman parte del libro “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”, curiosamente jamás publicado aquí.
El presente volumen recoge el texto referido a Chile. El prólogo, índices, notas e ilustraciones que acompañan la edición ayudan a situar a Darwin en Chile.
CITAS
“Hoy, cuando nuestra relación con la naturaleza está en un punto de crisis, resulta refrescante y provechoso observarla con la mirada de este gran naturalista”. (Sofía Correa Sutil, Anales de la Universidad de Chile).
“Importante hito en el quehacer editorial del país… con el acopio de antecedentes, su incuestionable calidad académica, su pulcra presentación gráfica”. (Eugenio García Díaz, Revista de Occidente)
El insigne naturalista inglés Charles Darwin pasó una parte importante de su viaje alrededor del mundo (1831-1836) recorriendo tierras chilenas. Las experiencias recogidas y las extensas observaciones que efectuó durante esa etapa de su periplo a bordo del bergantín HMS Beagle fueron fundamentales para las ideas que posteriormente Darwin desarrollara acerca de la evolución de los seres vivos. En aquellos años quizás la personalidad más influyente en el ambiente intelectual chileno era el ilustre sabio venezolano Andrés Bello, radicado en Santiago unos años antes. Bello seguía muy atentamente los progresos científicos contemporáneos y en 1839 y 40 publicó en el periódico El Araucano extractos del libro en el que Darwin y Fitz-Roy relatan su reciente viaje. Bello se interesó en la descripción que hace Darwin de Tierra del Fuego y la Patagonia, refiriéndose a sus habitantes, flora, fauna y geología, y además de la del violento terremoto de Concepción de 1835, de cuyos efectos Darwin fue testigo. La repercusión de estos artículos en los círculos políticos e intelectuales y la percepción de su importancia por parte de Bello pudo haber influido en el subsecuente establecimiento de la primera base militar chilena en el Estrecho de Magallanes. Finalmente cavilamos sobre un posible encuentro de ambos hombres en Santiago.
Nada de lo acaecido en el mundo intelectual de la primera mitad del siglo pasado parece haber escapado a la atenta y aguda mente del extraordinario sabio venezolano Andrés Bello (1781-1865). Nacido en Caracas, de muy joven era ya poseedor de una vasta formación humanista y conocedor de varios idiomas aprendidos de manera autodidacta. En 1799, llegó a Venezuela el ilustre naturalista alemán Alexander von Humboldt (1769-1859), en viaje exploratorio por América. El joven Andrés Bello conoció a Humboldt y lo acompañó más de una vez en sus excursiones (Orrego Vicuña, 1953). Su contacto con tan distinguido científico estimuló, sin duda, su interés por las ciencias. Es notable que Humboldt haya influenciado también intensamente a Darwin (1809-1882), quien estudió en profundidad sus obras; éstas formaron parte de la biblioteca del Beagle (Keynes, 1988;Browne, 1995).
Andrés Bello se trasladó a Inglaterra poco antes de cumplir los 30 años de edad, permaneciendo en Londres 19 años. En esa ciudad invirtió gran parte de su tiempo ilustrándose en la biblioteca del Museo Británico. Allí profundizó en todas las disciplinas del saber, desde las ciencias sociales hasta las ciencias naturales y las artes. En 1829, a los 48 años de edad, fue contratado por el gobierno chileno, a instancias de don Mariano Egaña, radicándose en Santiago hasta el final de su vida. Sus escritos abarcan una amplísima gama de disciplinas, todas las cuales trató con notable profundidad (Obras Completas de Bello, 1981). Sus bien conocidas realizaciones en Chile - la más importante de las cuales fue la fundación de la Universidad de Chile (1842) - han tenido un impacto incalculable en el desarrollo del país. Su influencia en el ámbito
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