Ya en 1831 el naturalista francés Claudio Gay, partió al norte para poder ver el Desierto Florido. Pero fue imposible por la sequía que imperaba ese año. Sólo en el año 1840 lo pudo realizar, pues el desierto había despertado de su letargo e irrumpía con todo su esplendor. Era la maravilla del Desierto Florido que se presentaba en toda su magnitud. Desierto Florido En las últimas dos décadas este fenómeno se ha repetido en los años 1983, 1987, 1991 y finalmente con la histórica precipitación del 12 de julio de 1997, donde el agua caída registró la cifra récord de 96 mm en tan sólo 15 hrs., algo totalmente inusual para el Desierto de Atacama; el paisaje árido se transforma en un espectáculo único y de sorprendente colorido. Inicialmente con un manto de color verde desde el mes de julio y agosto para alcanzar toda esa gama multicolor en el mes de septiembre, donde flores, insectos y otros animales tapizarán grandes extensiones de la Región de Atacama. Descubriremos que en parte el Desierto Florido se presenta cuando las lluvias hacen que pequeñas semillas y bulbos, que se han mantenido por años enterrados en el desierto, germinen y crezcan dando vida a plantas de variadas características y hermosas flores multicolores. Asociadas a ellas surgen una gran cantidad de insectos, aves y herpetofauna, generando un muy especial ecosistema, donde todos los elementos de la naturaleza conviven en armonía durante todo el tiempo que las condiciones climáticas lo permiten, volviendo con los meses a una situación de latencia hasta las próximas nuevas lluvias. Este fenómeno natural ocasional que se manifiesta cuando las lluvias han sido generosas en la región, permite visitar el Desierto Florido apreciando durante más de tres meses los diferentes sectores de las gran diversidad de especies que se presentan. Se inicia el real Desierto Florido en el límite sur de la Región de Atacama, al sur de Cuesta Pajonales, con flores como Pata de Huanaco, Suspiro de Campo y otros que forman verdaderas alfombras multicolores. Flores Sin embargo, lo más espectacular se ubica en torno y desde Vallenar hacia el norte, camino a Copiapó, tanto en el área central, zona de travesía, como en la zona costera de Huasco, Carrizal Bajo y Totoral hasta Caldera. Así también sorprende el Parque Nacional Llanos de Challe, al nor-poniente de Vallenar. Creado mediante Decreto Nº 946 de 29/07/94, del Ministerio de Bienes Nacionales y del Ministerio de Minería, como un hábitat de gran biodiversidad tanto en flora y fauna, poseyendo la vegetación numerosos endemismos como la especie Garra de León o Leontochir Ovallei y variadas especies de cactáceas. Hacia el norte de Vallenar y junto a la carretera, predominan enormes y extensas praderas de flores de color morado, Pata de Huanaco; blancas, Huilli; amarillas, Senecio o Terciopelo; celestes, Suspiro de Campo y amarillas anaranjadas, Añañucas. En las comunas y por las quebradas que bajan hacia los puertos y caleta de Huasco, Carrizal Bajo y Totoral se encuentran otros bellos jardines de cientos de variedades de Lirios, Añañucas, Terciopelos y Huillis. Por estos sectores costeros habita la bellísima Garra de León de la familia de las Alstroemerias y, especies cactáceas como el cáctus Copiapoa, de color grisáceo formando cientos de cojinetes de gran variedad de diámetro. No todas las especies florecen simultáneamente, y dependiendo de la época, septiembre, octubre y noviembre, se van desarrollando alternadamente cambiando el colorido a la alfombra de flores.
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