|
Revista Sábado, 1952 |
Corría 1952, Chile era gobernado por el Radical Gabriel González Videla,y se preparaba para las elecciones presidenciales. Uno de los candidatos -quién postularía por primera, de cuatro veces en total- es el respetado Senador Socialista Salvador Allende Gossens.
El 6 de agosto en una caldeada sesión de en el Congreso, el entonces Senador Allende hablaba sobre un proyecto que otorgaba días de descanso a los mineros de Sewell afectados de silicosis. Allende Indicó: "La silicosis es una enfermedad propia de los sistemas capitalistas, donde el obrero es explotado".
Posteriormente, Allende hizo una pregunta en tono desafiante al presidente de la comisión que había analizado la iniciativa: El Senador Radical Raúl Rettig, quien replicó: “No puede hacerme preguntas en ese tono. Además ya di exámenes en la universidad”.
Entonces Rettig haciendo alusión a la calidad de opositores al régimen saliente del presidente González Videla agregó: “Su señoría sabe que estamos en la misma posición"
-“No puedo estar en la misma posición de quien es tránsfuga de su propia clase” exclamó Allende, mirando, como era su costumbre, hacia la galería.
-“Su Señoría es muy valiente aquí en el recinto del senado, pero ¿Podría repetirme eso fuera de la sala?” replico Rettig, subiendo la voz.
-“Se lo digo aquí y donde usted quiera” dijo Allende
-“¡Salga y repítame eso, Su Señoría!” gritó Rettig
-“Lo hare, pero creo que usted quiere ir a la Asistencia Pública” vocifero Salvador Allende.
En ese momento, Raúl Rettig, considerado el mejor orador de aquel congreso, dijo: “A la Asistencia han ido a parar muchos, por la mala atención médica de usted” gritó Rettig
-“Prefiero ser mal medico y no un abogado gestor” replicó Allende
Rettig al sentirse vejado, se lanzó hacia los sillones del sector socialista, pero se interpusieron varios parlamentarios, entre ellos, el falangista Eduardo Frei Montalva.
El presidente del senado, Fernando Alessandri Rodriguez, levantó la sesión.
|
De izquierda a derecha: Allende y Rettig. |
Tras la discusión quedó sellado un inusual desafío entre los senadores, Un duelo a tiros en el que ambos legisladores designaron sus padrinos y, pistola en mano, se encontraron en un sitio de las afueras de Santiago, la madrugada del 6 de agosto de 1952, según recuerda el cronista Hernán Millas, entonces reportero de la revista Ercilla.
Los padrinos designan director del duelo al diputado socialista Astolfo Tapia, quien llego vestido de negro y con corbata de humita a dirigir la contienda. Se eligió como ring una parcela que poseía el entonces copropietario del diario “La Tercera”, Raúl Jaras, en el sector de Macul, donde hoy proliferan algunas residencias galantes.
Los adversarios llegaron al amanecer del duelo, luego de burlar a la Policía de Investigaciones, que no pudo impedir el encuentro. Ambos vestían muy elegantes, pues, además se caracterizaban por sus vestimentas siempre a la última moda.
El ex diputado Julio Subercaseaux Barros cuenta que el padrino de Allende se acercó preocupado al representante del senador radical y le dijo:
-“El senador Allende disparará a matar"
La respuesta del padrino del parlamentario radical fue una interrogación: “¿Y usted cree que el senador Rettig vino a cazar pajaritos?”.
El epilogo de este episodio fue que las balas pasaron muy lejos de los combatientes. Allende tropezó al disparar y, según Rettig, creyó que el parlamentario socialista había sido herido a muerte.
Con el transcurso del tiempo, Salvador Allende, siendo Presidente de la República, nombró como embajador en Brasil a Raúl Rettig, quienes después del duelo, volvieron a ser grandes amigos.
También se conoce a Raúl Rettig por su colaboración en el informe que presidió como presidente, en la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, posterior a la dictadura de Augusto Pinochet. El informe llevó su nombre: Informe Rettig.
"Fue una estupidez. Yo era muy amigo de Allende y después volví a serlo”, escribió Rettig en sus memorias, al evocar el enfrentamiento en el que ambos dispararon, pero no se hirieron.
Jorquera, Carlos, El «Chicho» Allende. Ediciones BAT., 1990, pp. 288-305.
Síguenos en nuestras plataformas
Para que nos puedan seguir en todas nuestas plataformas