Habitaban en la región de los valles transversales, entre los ríos Copiapó y Choapa. Pueblo agricultor con una organización conocida como sociedad dual (atribuida a la influencia incaica), que se dividía en dos mitades: la de arriba, hacia la cordillera y la de abajo hacia el mar.
De su agricultura, más específicamente de sus cultivos, se sabe que estos se realizaban en el fondo de los valles, siendo irrigados por canales artificiales. De este modo, obtenían cosechas de maíz, papa y algodón, este último utilizado para la fabricación de ropa. La ganadería practicada era de tipo trashumante, lo que significa que en verano los animales eran llevados a pastar a la cordillera y en invierno a la costa, donde además se proveían de peces, mariscos y animales marinos.
Las construccionesque utilizaban para vivir eran chozas agrupadas en aldeas pequeñas, hechas de ramas cubiertas de barro y techo de paja, a las que se sumaban unas bodegas subterráneas empleadas para almacenar maíz y otros alimentos.
Se desconoce cuáles eran sus prácticas religiosas, pero se piensa que creían en la existencia de una vida extraterrenal, por el cuidado que ponían al momento de enterrar a sus muertos, depositando cántaros con alimentos y otras ofrendas. Con el tiempo, fueron mejorando la calidad de las sepulturas, hasta confeccionar verdaderos ataúdes de piedra.
Los diaguitas fueron expertos artesanos, tanto metalúrgicos como alfareros, e incorporaron a los adornos de oro y plata, piedras semipreciosas como el lapislázuli. Su cerámica destaca por sus vasijas decoradas con diseños geométricos en rojo, blanco, amarillo y negro, especialmente aquellas conocidas como jarro-pato y una forma de jarrón adoptada de los incas llamada aríbalo. a Cultura Diaguita, agrícola y alfarera, existió entre el siglo VIII y XV d. C, y fue contemporánea a la cultura atacameña. Esta etnia posiblemente emparentada con los diaguitas argentinos, habría cruzado la cordillera para asentarse en los fértiles valles del Norte Chico entre los ríos Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí y Choapa, entre los siglos V y VI. Al asentarse en esta área habría reemplazado a la antigua cultura de El Molle, que se extendía desde el valle del Huasco por el norte, hasta el Choapa por el sur. Los Diaguitas son reconocidos por su arte cerámico, que se caracteriza por su fina factura y rica decoración con figuras geométricas: líneas rectas, zig-zag y triángulos adosados a una línea. Sus colores son generalmente el blanco, rojo y negro. A grandes rasgos, su alfarería se puede dividir en dos tipos de tiestos, unos destinados al uso cotidiano, los jarros zapato, y otros utilizados para fines ceremoniales y rituales, los jarros pato, más finos y de mayor elaboración.La economía diaguita se basaba en la agricultura y la crianza de ganado, complementadas con la caza de algunas aves y el intercambio con otros pueblos. Cultivaban el maíz, la teca, los porotos y la calabaza. Domesticaron la llama y el guanaco, animales que les fueron muy útiles en el transporte y la carga. Sus casas estaban construidas con materiales vegetales, y utilizaban las pircas, de influencia atacameña, para dividir los terrenos. Los distintas formas de sepulturas muestran una evolución espiritual en cuanto a la creencia de una vida extraterrenal y divinidades. Básicamente consisten en un recinto rectangular excavado bajo tierra, con dos bloques de piedra inclinados para proteger al difunto. También, algunas de ellas, sugieren que las esposas eran enterradas junto a sus maridos. Tal costumbre pudo tener como objetivo la mantención del equilibrio entre los sexos. Hombres y mujeres eran de estatura más bien baja, de color aceitunado claro. La deformación craneana, práctica usual entre los diaguitas, no produce efectos tan llamativos o negativos.El arte diaguita se desarrolló en un período relativamente corto, atribuible a una abundancia de alimentos y a la facilidad para obtenerlos durante todo el año. La expresión artística más característica es la alfarería. A grandes rasgos se puede dividir en dos tipos de tiestos, unos destinados al uso cotidiano: los jarros zapato; y otros utilizados para fines ceremoniales y rituales: los jarros pato, más elaborados y finos. Existe también un tipo de platos con forma de campana, que se desarrollaron en las zonas donde hubo mayor contacto con la cultura Inca. Negro, rojo y blanco, eran los colores con que los diaguitas pintaban su cerámica. La decoración y creación diaguita está dividida en tres períodos o etapas: arcaico, transición y clásico. En la etapa de transición, los platos son menos hondos que en el arcaico. Se cree que en este período la cultura Chincha habría influenciado a los diaguitas, al igual como lo hizo con los atacameños.Los primeros vestigios cerámicos de los Diaguitas, encontrados en la Quebrada de Las Animas, del Valle de Elqui (IV Región), corresponden al período arcaico. Los platos de esta etapa son bastante hondos, de paredes gruesas y con forma de media naranja (semiglobulares). Los utensilios se decoraban con gruesas líneas formando círculos concéntricos, tanto en el interior como en el exterior del plato. Al finalizar el período de transición, los Diaguitas comienzan a innovar en la decoración de la alfarería, con lo que se incorporan otras formas: ganchos, triángulos y el trazo escalonado, característico de la decoración de los pueblos precolombinos. Durante el período clásico, aparecen los llamados jarros pato y algunos vasos decorativos. La gran mayoría de los platos de este período tienen las paredes verticales, inclinadas hacia afuera, hacia adentro o perpendiculares. Los dibujos decoran la parte exterior del plato, mientras que el interior va pintado de rojo. Los motivos geométricos se hacen más comunes. Los llamados jarros pato, junto con las urnas y la cerámica antropomorfa, son la obra maestra de la cultura diaguita.El kakán era la lengua del pueblo Diaguita que provenientes del norte de Argentina poblaron los fértiles Valles Transversales de Chile. Los estudios de Rodolfo Schüller sostienen que en ambas vertientes se habló esta lengua hoy totalmente extinguida. Actualmente sólo se conservan algunas palabras kakán en apellidos, toponimia local (nombres de lugares), tales como:
Lugares: Antofagasta, Chalingasta, Elqui, Sotaquí, Atacama, Calama, Toconao, Ticnamar, Combarbalá, etc. Apellidos: Alballay, Campillay, Sapiaín, Talinay, Chavilca, Tamango, etc. Nombres de plantas: Cchañar, gualtata, chilca, yalipalqui, palqui, etc.
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